La promoción era que si entregabas tu despertador viejo más trece pesos ($13) en la joyería "La Suiza", te llevabas un Jhungans modelo 11/250, con pila y garantía por un año. Nada mal, pensé, si tenemos en cuenta que el que teníamos en casa ya iba para los treinta largos, y tiraba como podía, ridículo y horrible. Lo teníamos desde que era chico el Alonso; papá lo había traído de Córdoba. Hacía poco que se le había quebrado la esfera, un sábado que hicimos limpieza general y se cayó al parquet.Yo lo guardaba en la mesita de luz, no porque me gustara, ni porque fuera realmente útil (roto ya no sonaba ni me daba la hora , y si para saber la hora tenía la notebook y el celular), sino porque me había acostumbrado a abrir el cajón y a encontrarlo, a repudiar al pasado, a ese maldito reloj que no me daba su secreto.Trece pesos es un precio más que razonable, pensé.
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