domingo, 1 de junio de 2008

1959 ahora Miami, por Martín Bracamonte Rivas

¿En la revolución bonita y secreta no hay lágrimas?
¿No se distingue un Dios?
¿Explotará?
Tampoco se distingue un Rolex,
porque ese es su secreto.
Pero hay centenares de nudillos apretados ,
golpeando contra el abdomen del cielo,
a gritos pidiendo hambre,
a gritos pidiendo que el futuro no sea hoy,
después, mañana.
Pidiendo que no los eduquen,
pidiendo a gritos que no les den de comer;
esa no es la idea.
Deja la televisión encendida.
Tira pan desde los carros;
cae de boca.
Se encuentra con que la revolución bonita comenzaba
por cambiar su propia vida, ir adelante,
después, mañana,
avanza.*

*Y se encuentra conque la revolución bonita hacía tiempo que dormía en un malecón, caída y sola, como una gitana del circo que tira pan desde los carros a sus osos.

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