Golem significa "masa sin forma" en hebreo, pero también designa al famoso autómata mitológico supuestamente amasado por el rabino Eleazar de Worms, en Praga hacia el siglo XVI. La leyenda nos cuenta que tal monstruo (amasado a partir del barro con la conjura de ciertas formulas cabalísticas y cuyo propósito era proteger a la judería de las violentas persecuciones a las que se veía sometida) desobedeció las intenciones del rabí, se volvió ingobernable y debió ser destruido.
No conocemos mayores detalles sobre la génesis de la criatura, o sobre su destino a posteriori, pero la historia de Eleazar y su hombre artificial aparece atravesada por el elemento del deseo: para que el Golem exista o desaparezca es preciso que el deseo sea el que mueva a la voluntad. Para el escritor frente una página en blanco (y es lo que yo quiero decir) se produce un fenómeno parecido. No importan el antes ni el después en la creación del libro, sino la posibilidad de hacer reales los conjuros que permiten el nacimiento de la cosa en si sobre la página en blanco, ese espacio desolado. En ese proceso la idea y su expresión posterior se sostienen y amalgaman para ofrecer como producto final un libro. A veces la armonización de ambos elementos no se produce; en algunas oportunidades es la idea y en otras la expresión la que no encuentra la horma de su zapato, y entonces nos queda entre las manos un libro tibio y aburrido que no llama la atención del lector más piadoso o más fiel. Que una obra se mantenga por el equilibrio de la dualidad idea/expresión es lo que hace que ésta resulte, después de varias lecturas conscientes, una obra maestra.
Éste no es de ningún modo el caso de "El mago", de César Aira. Argentino, nacido en la ciudad bonaerense de Coronel Pringles en 1949, es una renovador permanente de la materia literaria dentro de Hispanoamérica. Su estilo se caracteriza por el manejo del humor negro y la capacidad de crear ambientes a través de su imaginación. Es, además, un autor muy prolífico. Se dice de él que ha escrito al menos una obra por año en la última década. Es de esperar que un autor así tenga altibajos a lo largo de toda su obra, y "El mago" no es precisamente uno de los picos de su producción. Sino todo lo contrario.
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sábado, 31 de mayo de 2008
César Aira y el viento, por Martín Bracamonte
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