lunes, 18 de agosto de 2008

Garchen despacio

Dios es el eterno renunciante.
Lo supe una vez en una calle de Orense a medianoche
Cuando el juego que ya todos conocemos
Fue de nuevo jugado supe
Que Dios firma en nosotros
En eterno,
Un largo cheque en blanco,
Una renuncia.
¿Para qué fue
Lo que ya ha sido?
Para que sea más honda
La puta, la maldita poesía,
Para que ella se llene
Y yo tenga menos vida.

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